Arcadia


Bailan las cosas. Su motor no es secreto, como el del cuerpo humano; no las arrastra una intrincada malla invisible de palancas y resortes internos. Las mueve una fuerza evidenciada, las arroja y las deja acomodarse según su peso y su forma (esa es su parte en la improvisación, improvisación de las cosas en equilibrio, imprevisibilidad milimétrica de sus apoyos y sus masas).

Arremolinadas, fuerzas y cosas son presa de un tornado in crescendo que rompe patas y voces. En el mundo desordenado de la ruina que sigue al terremoto autocumplido, las palabras aún se oyen, aún dicen, pero ya no se reconocen. Las cosas, tampoco. Las fuerzas, agotadas, queriendo organizar el caos en categorías caprichosas, dejan escapar aire en suspiros y sintetizan agua de sudor, todas reacciones químicas propias de la ecuación en la que se inscriben.

Bailan luego los pensamientos, en una improvisación hablada, que propone otro invisible: "vamos a pensar en...". Y al decirlo ya se está pensando y el pensarlo se parece mucho a la quietud pero nada tiene que ver. El discurso, igual que las cosas, no respeta el pudor de la grada. Habla a los presentes, echa a uno del lugar. Siembra la inquietante sospecha de que eso no sea ficción; la intragable sospecha de que la sospecha sea ficción; la arremolinada sospecha de que la ficción sea algo que se siente: una confianza o una suspicacia.

ARCADIA 

Interpretación: Alina Marinelli, Camila Malenchini, Natalí Faloni, Bárbara Hang
Música y sonido: Guillermina Etkin
Colaboración musical: Franco Antonelli
Imagen y video: Natalia Labaké
Espacio y luz: Matías Sendón
Asistencia de iluminación: Sebastián Francia
Prensa: Débora Lachter
Asistencia general: Florencia Carrizo
Concepto y dirección: Bárbara Hang y Ana Laura Lozza

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